lunes, 17 de diciembre de 2012

Nobsa la Capital de la Ruana


Apuntes de Un Paseo por Boyacá.-

Viajar por Boyacá siempre es placentero. Su variedad de tonalidad de verdes, sus paisajes bucólicos, sus pueblitos perdidos en el tiempo, su riqueza gastronómica, Boyacá cuenta además con unos servicios hoteleros de primer orden.
Cada pueblito conserva en algún rincón agradables sorpresas para los ojos de los visitantes. Pero hay que “acercarse” a la gente. Por lo general, las personas del altiplano cundiboyacense, son personas un tanto tímidas y reservadas. Tomarse un tintico en una tiendita del marco de la plaza, es el primer acto de comunicación con los lugareños. Siempre lo hago, y siempre aprendo algo. Si uno llega con la mente abierta, tratando a las personas con el respeto merecido, siempre encontrará una amistosa recepción por parte de los habitantes de la población que se esté visitando.
Hay cierta clase de personas de la Capital, que cuando llegan a un pueblito, piensan que allí habitan aborígenes que nunca han conocido ni escuchado un radio, y por eso parquean su vehículo en la mitad de la calle principal, dejando las puertas abiertas y colocando su estruendosa música a todo volumen. Se pavonean por la plaza principal, gritando, porque no hablando. Sintiéndose Conquistadores de una tierra sin explorar. Qué lástima por ellos, porque de inmediato se ganan la censura de todos los habitantes de la población. Eso nunca será hacer turismo. El turismo también exige respeto hacia los residentes de la ciudad o del municipio más humilde que se esté visitando.
Me gustan mucho los pueblitos pequeños, alejados y escondidos de las grandes ciudades y de su contaminada civilización. Pero por desgracia ya son muy pocos los que conservan intactas sus tradiciones. Cuando se va a un pueblito de Boyacá, por ejemplo,la idea no es  llegar buscando una pizza, o una hamburguesa (que se encuentran y muy buenas), por el contrario, se debe buscar una almojábana, un envuelto de mazorca, una mantecada, una Génova, o un exquisito trozo de cordero al horno. Soy un fanático de las panaderías de pueblo, porque allí se consigue el mejor pan, horneado no en modernísimas plantas, sino en los antiguos hornos de barro y leña. El pan de pueblo mantiene un sabor especial.
Hay una población que está a 200 kilómetros de Bogotá. A 2.600 metros sobre el nivel del mar, llegando por una de las mejores carreteras del país. Se llama Nobsa y es la Capital de Su Majestad La Ruana, símbolo del atuendo típico del Alltiplano cundiboyacense.
Esta prenda heredada de los españoles, es elaborada enteramente a mano, en lana virgen, por los artesanos de Nobsa, desde hace más de trescientos años. Se trata de una manta generalmente cuadrada, con una abertura en el centro.
Esta prenda es muy útil, pues además de servir como elemento para protegerse del frío, sirve como manta o cobija. En un día de campo, se puede utilizar como base para sentarse sobre la grama, o sobre una roca. Pero de manera especial, es una prenda que tiene un alto valor cultural, pues constituye la identidad de buena parte del pueblo colombiano. Y es oportuno recordar algunos versos del Maestro Luis Carlos González cuando habla de “La Capa del Viejo Hidalgo que se rompe para ser Ruana…
Sombra fiel de los abuelos
y tesoro de la patria.
Sabor de pecado dulce
y dulce calor de faldas
grita con sus cuatro puntas
el abrazo de la ruana.
…………………………………
Por eso cuando sus pliegues
abrazo y ellos me abrazan
siento que mi ruana altiva
me esta abrigando es el alma.
En las festividades de Nobsa, se celebra el “Día Mundial de la Ruana”. Cada año crean elementos llamativos, como  la idea de hacer la ruana más grande del mundo y lo lograron hace un par de años.




miércoles, 12 de diciembre de 2012


La Provincia del Guavio, con un austriaco en Gachalá.
Un viaje inolvidable.
 




Los mejores lugares  que he visitado no siempre han tenido las mejores vías. Han sido rincones escondidos, premiados por una exuberante naturaleza, pero castigados  por el olvido oficial particularmente en cuanto al rubro de inversión en vías. Tal  es el caso de una pequeña población llamada Gachalá, a orillas de la gigantesca Represa del  Guavio. , a ciento cuarenta kilómetros, que se recorren en cuatro horas desde Bogotá, por una de aquellas deterioradas carreteras del país.
Diana y Erich, en Gachalá,

El Viaje
Hacia las seis de la mañana tomamos la vía que de Bogotá conduce a Sopó, desde donde giramos hacia Guasca, bella población, cuna de Mariano Ospina Rodríguez, que  posee una de las más bellas plazas principales. El edificio de la Alcaldía es una preciosa edificación. Desayunamos  en una panadería y cafetería, que no dudamos en recomendar: La Especial. Elaboran unos panes y amasijos absolutamente deliciosos; un exquisito caldo de costilla; buen café. Todos los productos son de primera calidad complementado con una excelente atención al viajero.
Con el refrescante descanso, emprendimos de nuevo el recorrido, iniciando una empinada escalada  hasta el  páramo de Guasca, para luego descender pasando por Sueva,  el municipio de Gama, más adelante la población de Gachetá, que es la capital de la provincia del Guavio. Continúa el descenso  ahora por carretera  destapada, con muchas curvas, pero un paisaje imponente con elevadas montañas para  llegar  al Alto de San Roque desde donde se puede apreciar la inmensidad de la Represa del Guavio. Parada obligada para toma de fotos. Luego se llega al Puente  de Miraflores, a una altura de casi noventa metros sobre aguas de la represa. Este puente es utilizado por los amantes de los deportes extremos como el llamado Bungee Jumping
 Posteriormente, ingresamos  a un túnel de más de un kilómetro de longitud (1.200 metros), totalmente oscuro, sobre terreno escarpado. El impacto del sol radiante versus la oscuridad total del túnel, es un contraste emocionante para todos los viajeros.
Al poco tiempo  ya se puede apreciar la bella población de Gachalá, nuestro destino.                          
Ingresamos a sus calles limpias, cuidadas con esmero. Sus pobladores nos recibieron con una sonrisa ,  algo sorprendente porque nos hicieron  sentir  como en familia. Gachalá es un municipio pequeño, cuenta con  cerca de ocho mil habitantes. Posee un clima delicioso de veinte grados .


Fuimos atendidos por Fernando Tobón y por su señora  Myriam Garzón. El hospedaje fue otra grata sorpresa, pues Fernando nos condujo hasta un hermoso conjunto de cabañas, piscina, mirador hacia la represa, con jardines y bosques. Nos fue presentado su administrador, el señor  Alfredo Murcia, quien desde un comienzo puso todo su empeño para que nuestra estadía fuera  más placentera.

Paseo en lancha por la  Represa.

                                                                                                                             
En horas de la tarde descendimos hacia el muelle para tomar una lancha que nos llevó a un recorrido por toda la Represa, acompañados de personas de la región, que utilizan este medio de transporte en forma gratuita para trasladarse desde sus viviendas hasta las poblaciones cercanas. Entiendo que la Corporación del Guavio suministra a los pobladores de esta región el servicio de transporte en lancha y  en planchón, posibilitando el traslado de ganado y de carga.
Caminata ecológica hasta la Granja.

 Después de un suculento desayuno, con café campesino,  panes de la región, huevos pericos, queso, y las deliciosas arepas típicas, Fernando nos organizó una digestiva caminata por hermosos senderos hasta lo que fuera una hermosa granja ecológica, con lago, galpones para diversas clases de animales. Encontramos dos ardillas retozando en un árbol. Paisajes maravillosos. Queda pendiente para un nuevo viaje la visita a las cascadas de Montecristo, que nos cuentan son absolutamente espectaculares.



Almuerzo típico en el Guácharo.

Un verdadero sancocho de gallina campesina, cuidadosamente, preparado en horno de leña. Con ingredientes de la región, incluida la guatila, buen picante, guacamole, arroz y gigantescas porciones. Además con la invitación del propietario del lugar, quien hace las veces de recepcionista ,cocinero, mesero, cajero, etc.  a que se repitiera cuantas veces se quisiera, a lo que nuestro amigo austriaco se acogió, pero “solo del caldo”. La vista al lugar es privilegiada, su construcción bastante rústica, todo en madera. Disfrutamos de la música lugareña como  joropo,  música llanera. Nuestros amigos  estaban felices. Erich en su limitado español solo exclamaba “Excelente!”.

El museo.

Fuimos conducidos a la Casa de la Cultura de Gachalá, su biblioteca y su pequeño museo con  muestras de las guacas y algunas artesanías de la época de los primeros habitantes de Guachalá. Para sorpresa nuestra, estos utensilios que deben tener algún valor histórico, se encuentran sin ningún cuidado, a la mano de sus visitantes que no siempre son respetuosos de protegerlos.
Por la visita al Museo nos enteramos que el 28 de julio de 1983 se presentó una dolorosa tragedia que sufrió la región cuando debido a un derrumbe fallecieron ciento ochenta trabajadores, la gran mayoría nativos de la región. Cuánto dolor debió quedar en tantas familias de Gachalá!!!
Esta población ya había pasado por un tremendo susto, cuando un terremoto destrozó varias viviendas. La Iglesia de la Inmaculada Concepción soportó grandes daños, perdió su techo pero se conservó en pie y se salvó su altar. Este sismo se produjo en diciembre 22 de 1923, obligando a sus habitantes a acampar en el parque principal, por temor a las réplicas.

Nuestra visita se realizó durante  los días martes 4 y miércoles 5 de diciembre de 2012. Elegimos hacerlo en días laborales de semana, para poder observar la vida normal de este bello municipio cundinamarqués. Nos llevamos una excelente impresión de las bellezas naturales, de sus lindos paisajes, y de cada uno de sus habitantes.
Insistimos en que es urgente que la Provincia del Guavio cuente con carreteras acordes con su importancia económica y su potencial turístico.
El grupo de visitantes estuvo conformado por Leonardo Rojas y su esposa Diana Tobón, Erich Wolwendth  de origen  austriaco, y su esposa Martha Tobón, colombiana de nacimiento, quien vive en Austria desde hace más de treinta años , y Emilio Chaparro G.
Colaboración fotográfica de Leonardo Rojas.
Gracias a Fernando y a Myriam por todas sus atenciones. Hasta pronto Gachalá!!!!!