jueves, 10 de octubre de 2013

Palabras de Gustavo Bolívar

Reproducción parcial de una columna escrita por Gustavo Bolívar en Las Dos Orillas.

Las infamias de Juan Manuel Santos, según Gustavo Bolívar

Santos le subió 8 millones de pesos mensuales a los Congresistas, pero es indiferente con los 14 millones de colombianos que deben vivir con $192.000 al mes. Su más grande infamia, según Gustavo Bolívar
Por: octubre 08, 2013
Las infamias de Juan Manuel Santos, según Gustavo Bolívar
LAS INFAMIAS DEL PODER
LLORA LA DIGNIDAD.
Hoy 8 de octubre, el Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, cometió una gran infamia. Incrementó en 50% el salario de cerca de 2.000 altos funcionarios entre ellos congresistas, ministros y Jefes de organismos de control. Es decir, hizo pasar de 16 a 24 millones de pesos los sueldos de estos controvertidos personajes, y también el de ministros y altos dignatarios como el Procurador General de la Nación. Un gasto para la nación de 192.000.000.000 (Ciento noventa y dos mil millones al año) Lo que cuestan los semestres de 100 mil estudiantes de ese 88% que termina el bachillerato y se queda sin poder estudiar.
Duele. Duele mucho. No sé si les interese pero dan ganas de llorar por no confesar que he llorado. Más tratándose de un país con 14 Millones 700 mil pobres que según uno de los beneficiados con este incremento humillante, el Jefe de Planeación Nacional, tienen que vivir con 192 mil pesos al mes. Duele porque los pobres tienen que vivir con tan poquito pero los Congresistas, y ya nos lo había advertido el Senador Corzo, no pueden vivir con 16 millones de pesos. Tiene que ser con 24 millones al mes, fuera de “comisiones”. Duele porque de esos 192 mil pesitos el pobre tiene que pagar arriendo, servicios, educación para sus hijos comida, teléfonos, transporte. Duele porque de esos 24 millones el Congresista no tiene que pagar nada. Ni arriendo, ni transporte, ni teléfono, ni salud, ni servicios. Nada. Duele porque estos dizque “servidores públicos” se sirven de lo público, legislan para sus amigos poderosos, se enriquecen a costa del erario y nunca han hecho nada para solucionar los problemas de fondo que agobian al país que los elige. Duele. Duele porque a diario copan mis mensajes privados muchos jóvenes desesperados, pidiendo oportunidades para educarse o trabajar. Duele porque el Gobierno se abstiene de bajar los precios de la gasolina, los peajes, el IVA y de abolir el 4Xmil que prometió acabar en campaña, porque “No hay presupuesto”. Duele porque la lucha de los pocos indignados de este país vio una luz de esperanza en la demanda de Felipe Zuleta y posterior fallo del Consejo de Estado que les quitó la prima de vivienda y salud a los Congresistas y no pasó un mes para que el Gobierno, por decreto y contraviniendo el sentir de toda una nación, les devolviera esos privilegios. Da vergüenza. Da rabia. Entiende uno porqué hay gente que se inclina por la lucha armada, alternativa equivocada y retrógrada que nunca tomaré, pero que hoy más que nunca comprendo.
Para muchos, especialmente los indiferentes de mi país, esta es una noticia más, una estadística más, o quizá una noticia que nunca escucharán, inmersos como están en sus propios problemas y proyectos personales o en los de los de sus vecinos. Para mí es una noticia triste y miserable. Creo que, junto con Agro Ingreso Seguro, programa del Ministerio de Agricultura del gobierno pasado que regaló miles de millones a ricos, narcos, paras y terratenientes, esta es una de las más grandes infamias que se han cometido en mi país contra los menos favorecidos. Los estudiantes pobres, por ejemplo, para poderse educar deben pedir préstamos a ICETEX con intereses bancarios y hasta con dos fiadores. Los he visto afanaditos y angustiados buscando fiadores entre sus familiares pobres, que no son aptos para fiar, y entre los amigos que no fían a nadie por las experiencias que ya conocemos. Estudiantes de un país que regala plata a sus ricos pidiendo préstamos al Estado para poderse educar. Qué infamia. Y qué me dicen de los trabajadores y campesinos, los que empujan este país y que deben trabajar 48 horas a la semana y a veces más para devengar miserables 590 mil pesos. Es decir, un salario 40 veces inferior a los que hoy el Presidente Santos fijó para Congresistas y altos dignatarios. Ni un Congresista Americano gana 40 salarios mínimos. Ningún congresista del primer mundo, donde se supone está el dinero, gana 40 salarios mínimos. Qué infamia.
Ni siquiera si los congresistas cumplieran con su deber, este sería un acto justo. Pero como son irresponsables en su mayoría, ausentistas en su mayoría, vendidos en su mayoría, corruptos en su mayoría, vagos en su mayoría, porque solo trabajan 3 días a la semana, los que cumplen, porque el grueso de congresistas asiste solo dos veces y una de ellas firma y se va, este es un acto provocante, perturbador, insensato y raya en la maldad. Más cuando a los trabajadores de mi país cada diciembre se les humilla con alzas que rondan la miserableza. Porque según el Ministro de Hacienda de turno, otro que pasa a ganar 24 millones mensuales, elevar los salarios por encima de la inflación anual podría causar un desajuste de la economía. Sin embargo, esos ministros a los que hoy se les sube el salario en 50% no dirán que la medida que los benefició es inflacionaria. Por eso, la discusión en diciembre se centrará en si a los trabajadores se les suben 18 o 20 mil pesos (400 veces menos de lo que se les incrementó hoy a los Congresistas y Ministros) ¿Comprenden el tamaño de la infamia?

viernes, 5 de julio de 2013

Mónguí, Lindo Pueblito Boyacense

Pasear por el extenso departamento de Boyacá es prepararse para recibir una serie de sorpresas. Puedo afirmar con total seguridad que nunca se cansa uno de recorrer  y descubrir los pintorescos pueblitos boyacenses. He tenido la fortuna de observar desde hace muchos años cómo se ha despertado el espíritu de hospitalidad de los habitantes de estas hermosas tierras, cómo se vienen mejorando las carreteras, por ejemplo la vía que conduce desde Bogotá hasta Sogamoso podemos afirmar que es una de las mejores del país.
Por lo anterior,  resulta todo un gusto recorrer los doscientos veinte kilómetros que nos conducen hasta Mongui. Obviamente se recomienda hacer unas paradas para estirar las piernas y contemplar el paisaje, así como para consumir las deliciosas arepas boyacenses, o el envuelto de mazorca.
Desde Sogamoso hasta Mongui hay 18 kilómetros, subiendo desde los 2.500 hasta los 2.900 metros sobre el nivel del mar.  Llegar hasta su plaza principal es descubrir por qué ha sido declarado el Pueblito más lindo de Boyacá. Contemplar su pintoresca arquitectura colonial. Observar la imponente Basílica, construida por los Franciscanos, que podríamos llamar “El Escorial Boyacense” Ingresar al interior del Templo admirando el cuadro de la Sagrada Familia que contiene a la Virgen de Mongui, como se le conoce. Es de anotar que este cuadro fue regalado originalmente por el Rey de España Felipe II al Cacique de Sogamoso, mientras que al Cacique  Mongui le fue obsequiado un cuadro de San Martín. Pero por esas ironías del destino al llegar a su destino aparecieron trastocadas. En varias ocasiones se hizo el intercambio correspondiente, pero tercamente el cuadro de la Virgen aparecía en el Templo de Mongui. Así las cosas, se decidió amigablemente dejar en Sogamoso a San Martín y a la Virgen en Mongui.
Este hecho ha quedado registrado en la Picaresca Boyacense:
                “Llevaron a Sogamoso
                A la Virgen de Monguí
                Pero al descuido se vino
                Y ya no sale de aquí
                               Al San Martín de nosotros
                               Lo llevaron pá Monguí
                               Allá se cansó y se vino
                               A vivir mejor aquí”
Desde la Basílica hacia el sur, se encuentra la Capilla de San Antonio, primer templo Doctrinero que fue construido en la Región. Siguiendo por esa vía nos encontramos con un paraje absolutamente hermoso: El del Puente de Calicanto, sobre el río Morro. Lugar ideal para tomar fotografías desde todos los ángulos.
Posteriormente se debe disfrutar de un descanso y nada mejor que degustar un buen café. Aspirar su irresistible aroma, recargar baterías, “espantar el frío”. En Monguí se debe tomar el clásico “tinto campesino” de la región: café negro, al que le agregan canela y lo endulzan con panela.
No olvidar comprar algún balón ya que allí se producen para todo el país, y se exportan a otros países. Son de excelente calidad y a precios muy económicos.
Los doce grados de temperatura media de Monguí son compensados por la calidez de sus habitantes.
El origen del nombre de “Monguí”, se lo atribuyen a un vocablo indígena: “Mon” baño, y “Guí” esposa o compañera. Lo cual traduciría “Baño de la Esposa o Compañera”.  Realmente esa teoría no me convence. Propongo otra: En Barcelona se encuentra una pequeña montaña llamada “Montjuic”. Este nombre lo pudo haber propuesto algún Frayle Catalán llegado a estas lejanas tierras. Hoy en día Montjuic es uno de los grandes atractivos turísticos en Barcelona. Y Monguí también es uno de los mejores destinos turísticos de Boyacá.
Fotografías; Samuel Marín y Liliana Tobón



lunes, 25 de febrero de 2013

GUASCA Y LA PETITE ALSACE


Guasca  y Alsacia-

Un buen plan para un domingo en la Sabana de Bogotá

 

Alejarse del bullicio de la ciudad, de su aire contaminado, de los trancones, de los muros de ladrillo y cemento, del encierro y aglomeraciones de los centros comerciales. Buscar paisajes, tranquilidad, vegetación, y un buen restaurante….
La Petite Alsacia hay que descubrirla. Tiene un problema: crea adicción. Una vez que se conoce, se regresa una y otra vez.
Salir de Bogotá, por la vía a La Calera, se sigue hacia Guasca. Unos doscientos metros después del cruce hacia Guatavita, se encuentra este lugar, que no ostenta avisos, ni publicidad, salvo un par de banderas.
Desde su ingreso se respira  ambiente campesino. Construcciones rústicas de  madera, un buen número de cabras guardadas en sus corrales. Senderos empedrados. El visitante es recibido por una  hija de los dueños,  ataviada con un colorido delantal ,  quien con una sonrisa  da la bienvenida, ofrece una jarra de  cerveza artesanal, preparada por amigos de la casa, procede a explicar los diferentes platos de la carta.
La música a muy buen volumen,  permite conversar.
El restaurante es pequeño, por lo que se sugiere hacer reservación.
La comida es todo un espectáculo.
Una entrada de champiñones al ajillo, acompañados de tomates a la mozarela.
Una sopa de cebolla, preparada lentamente, permitiendo su caramelización integrándose con el sabor de la tocineta.
Una ensalada de la casa, acompañada de una serie de quesos artesanales
Los platos fuertes, como los de cerdo, acompañados de salsa miel mostaza, repollo morado y de papas rosti, los medallones de  carne Angus servidos en tres salsas, acompañados de pasta , papa o de un humeante arroz. Costillas  ahumadas en salsa agridulce. O el plato especial alsaciano: cerdo, salchicha, chucrut, papa.
De postres entre otros,  torta de naranja con amapola   y de chocolate acompañadas de una deliciosa crema.
El café, muy bien servido, o una aromática, con explosión de colores, rematan la estadía en este pintoresco restaurante.
El  Chef Gilbert  Staffelbach, llega a las mesas e indaga por el resultado de sus platos preocupado por la completa satisfacción del cliente, la cual es premiada con una cuenta razonable. Precios justos. Se debe tener en cuenta que no aceptan dinero plástico.
Completamente satisfechos, nada mejor que un recorrido por la población de Guasca, que permite  conversar con sus habitantes,  siempre amables. Los domingos exponen en unos toldos un surtido de productos  orgánicos, y algunas artesanías.
Durante el regreso mis acompañantes de esta aventura gastronómica, manifiestan su propósito de regresar a La Petite Alsace.

Fotografías de Adriana Chaparro, La Chappys
Manu y Sandra, gracias por su iniciativa.





lunes, 11 de febrero de 2013

lunes, 17 de diciembre de 2012

Nobsa la Capital de la Ruana


Apuntes de Un Paseo por Boyacá.-

Viajar por Boyacá siempre es placentero. Su variedad de tonalidad de verdes, sus paisajes bucólicos, sus pueblitos perdidos en el tiempo, su riqueza gastronómica, Boyacá cuenta además con unos servicios hoteleros de primer orden.
Cada pueblito conserva en algún rincón agradables sorpresas para los ojos de los visitantes. Pero hay que “acercarse” a la gente. Por lo general, las personas del altiplano cundiboyacense, son personas un tanto tímidas y reservadas. Tomarse un tintico en una tiendita del marco de la plaza, es el primer acto de comunicación con los lugareños. Siempre lo hago, y siempre aprendo algo. Si uno llega con la mente abierta, tratando a las personas con el respeto merecido, siempre encontrará una amistosa recepción por parte de los habitantes de la población que se esté visitando.
Hay cierta clase de personas de la Capital, que cuando llegan a un pueblito, piensan que allí habitan aborígenes que nunca han conocido ni escuchado un radio, y por eso parquean su vehículo en la mitad de la calle principal, dejando las puertas abiertas y colocando su estruendosa música a todo volumen. Se pavonean por la plaza principal, gritando, porque no hablando. Sintiéndose Conquistadores de una tierra sin explorar. Qué lástima por ellos, porque de inmediato se ganan la censura de todos los habitantes de la población. Eso nunca será hacer turismo. El turismo también exige respeto hacia los residentes de la ciudad o del municipio más humilde que se esté visitando.
Me gustan mucho los pueblitos pequeños, alejados y escondidos de las grandes ciudades y de su contaminada civilización. Pero por desgracia ya son muy pocos los que conservan intactas sus tradiciones. Cuando se va a un pueblito de Boyacá, por ejemplo,la idea no es  llegar buscando una pizza, o una hamburguesa (que se encuentran y muy buenas), por el contrario, se debe buscar una almojábana, un envuelto de mazorca, una mantecada, una Génova, o un exquisito trozo de cordero al horno. Soy un fanático de las panaderías de pueblo, porque allí se consigue el mejor pan, horneado no en modernísimas plantas, sino en los antiguos hornos de barro y leña. El pan de pueblo mantiene un sabor especial.
Hay una población que está a 200 kilómetros de Bogotá. A 2.600 metros sobre el nivel del mar, llegando por una de las mejores carreteras del país. Se llama Nobsa y es la Capital de Su Majestad La Ruana, símbolo del atuendo típico del Alltiplano cundiboyacense.
Esta prenda heredada de los españoles, es elaborada enteramente a mano, en lana virgen, por los artesanos de Nobsa, desde hace más de trescientos años. Se trata de una manta generalmente cuadrada, con una abertura en el centro.
Esta prenda es muy útil, pues además de servir como elemento para protegerse del frío, sirve como manta o cobija. En un día de campo, se puede utilizar como base para sentarse sobre la grama, o sobre una roca. Pero de manera especial, es una prenda que tiene un alto valor cultural, pues constituye la identidad de buena parte del pueblo colombiano. Y es oportuno recordar algunos versos del Maestro Luis Carlos González cuando habla de “La Capa del Viejo Hidalgo que se rompe para ser Ruana…
Sombra fiel de los abuelos
y tesoro de la patria.
Sabor de pecado dulce
y dulce calor de faldas
grita con sus cuatro puntas
el abrazo de la ruana.
…………………………………
Por eso cuando sus pliegues
abrazo y ellos me abrazan
siento que mi ruana altiva
me esta abrigando es el alma.
En las festividades de Nobsa, se celebra el “Día Mundial de la Ruana”. Cada año crean elementos llamativos, como  la idea de hacer la ruana más grande del mundo y lo lograron hace un par de años.




miércoles, 12 de diciembre de 2012


La Provincia del Guavio, con un austriaco en Gachalá.
Un viaje inolvidable.
 




Los mejores lugares  que he visitado no siempre han tenido las mejores vías. Han sido rincones escondidos, premiados por una exuberante naturaleza, pero castigados  por el olvido oficial particularmente en cuanto al rubro de inversión en vías. Tal  es el caso de una pequeña población llamada Gachalá, a orillas de la gigantesca Represa del  Guavio. , a ciento cuarenta kilómetros, que se recorren en cuatro horas desde Bogotá, por una de aquellas deterioradas carreteras del país.
Diana y Erich, en Gachalá,

El Viaje
Hacia las seis de la mañana tomamos la vía que de Bogotá conduce a Sopó, desde donde giramos hacia Guasca, bella población, cuna de Mariano Ospina Rodríguez, que  posee una de las más bellas plazas principales. El edificio de la Alcaldía es una preciosa edificación. Desayunamos  en una panadería y cafetería, que no dudamos en recomendar: La Especial. Elaboran unos panes y amasijos absolutamente deliciosos; un exquisito caldo de costilla; buen café. Todos los productos son de primera calidad complementado con una excelente atención al viajero.
Con el refrescante descanso, emprendimos de nuevo el recorrido, iniciando una empinada escalada  hasta el  páramo de Guasca, para luego descender pasando por Sueva,  el municipio de Gama, más adelante la población de Gachetá, que es la capital de la provincia del Guavio. Continúa el descenso  ahora por carretera  destapada, con muchas curvas, pero un paisaje imponente con elevadas montañas para  llegar  al Alto de San Roque desde donde se puede apreciar la inmensidad de la Represa del Guavio. Parada obligada para toma de fotos. Luego se llega al Puente  de Miraflores, a una altura de casi noventa metros sobre aguas de la represa. Este puente es utilizado por los amantes de los deportes extremos como el llamado Bungee Jumping
 Posteriormente, ingresamos  a un túnel de más de un kilómetro de longitud (1.200 metros), totalmente oscuro, sobre terreno escarpado. El impacto del sol radiante versus la oscuridad total del túnel, es un contraste emocionante para todos los viajeros.
Al poco tiempo  ya se puede apreciar la bella población de Gachalá, nuestro destino.                          
Ingresamos a sus calles limpias, cuidadas con esmero. Sus pobladores nos recibieron con una sonrisa ,  algo sorprendente porque nos hicieron  sentir  como en familia. Gachalá es un municipio pequeño, cuenta con  cerca de ocho mil habitantes. Posee un clima delicioso de veinte grados .


Fuimos atendidos por Fernando Tobón y por su señora  Myriam Garzón. El hospedaje fue otra grata sorpresa, pues Fernando nos condujo hasta un hermoso conjunto de cabañas, piscina, mirador hacia la represa, con jardines y bosques. Nos fue presentado su administrador, el señor  Alfredo Murcia, quien desde un comienzo puso todo su empeño para que nuestra estadía fuera  más placentera.

Paseo en lancha por la  Represa.

                                                                                                                             
En horas de la tarde descendimos hacia el muelle para tomar una lancha que nos llevó a un recorrido por toda la Represa, acompañados de personas de la región, que utilizan este medio de transporte en forma gratuita para trasladarse desde sus viviendas hasta las poblaciones cercanas. Entiendo que la Corporación del Guavio suministra a los pobladores de esta región el servicio de transporte en lancha y  en planchón, posibilitando el traslado de ganado y de carga.
Caminata ecológica hasta la Granja.

 Después de un suculento desayuno, con café campesino,  panes de la región, huevos pericos, queso, y las deliciosas arepas típicas, Fernando nos organizó una digestiva caminata por hermosos senderos hasta lo que fuera una hermosa granja ecológica, con lago, galpones para diversas clases de animales. Encontramos dos ardillas retozando en un árbol. Paisajes maravillosos. Queda pendiente para un nuevo viaje la visita a las cascadas de Montecristo, que nos cuentan son absolutamente espectaculares.



Almuerzo típico en el Guácharo.

Un verdadero sancocho de gallina campesina, cuidadosamente, preparado en horno de leña. Con ingredientes de la región, incluida la guatila, buen picante, guacamole, arroz y gigantescas porciones. Además con la invitación del propietario del lugar, quien hace las veces de recepcionista ,cocinero, mesero, cajero, etc.  a que se repitiera cuantas veces se quisiera, a lo que nuestro amigo austriaco se acogió, pero “solo del caldo”. La vista al lugar es privilegiada, su construcción bastante rústica, todo en madera. Disfrutamos de la música lugareña como  joropo,  música llanera. Nuestros amigos  estaban felices. Erich en su limitado español solo exclamaba “Excelente!”.

El museo.

Fuimos conducidos a la Casa de la Cultura de Gachalá, su biblioteca y su pequeño museo con  muestras de las guacas y algunas artesanías de la época de los primeros habitantes de Guachalá. Para sorpresa nuestra, estos utensilios que deben tener algún valor histórico, se encuentran sin ningún cuidado, a la mano de sus visitantes que no siempre son respetuosos de protegerlos.
Por la visita al Museo nos enteramos que el 28 de julio de 1983 se presentó una dolorosa tragedia que sufrió la región cuando debido a un derrumbe fallecieron ciento ochenta trabajadores, la gran mayoría nativos de la región. Cuánto dolor debió quedar en tantas familias de Gachalá!!!
Esta población ya había pasado por un tremendo susto, cuando un terremoto destrozó varias viviendas. La Iglesia de la Inmaculada Concepción soportó grandes daños, perdió su techo pero se conservó en pie y se salvó su altar. Este sismo se produjo en diciembre 22 de 1923, obligando a sus habitantes a acampar en el parque principal, por temor a las réplicas.

Nuestra visita se realizó durante  los días martes 4 y miércoles 5 de diciembre de 2012. Elegimos hacerlo en días laborales de semana, para poder observar la vida normal de este bello municipio cundinamarqués. Nos llevamos una excelente impresión de las bellezas naturales, de sus lindos paisajes, y de cada uno de sus habitantes.
Insistimos en que es urgente que la Provincia del Guavio cuente con carreteras acordes con su importancia económica y su potencial turístico.
El grupo de visitantes estuvo conformado por Leonardo Rojas y su esposa Diana Tobón, Erich Wolwendth  de origen  austriaco, y su esposa Martha Tobón, colombiana de nacimiento, quien vive en Austria desde hace más de treinta años , y Emilio Chaparro G.
Colaboración fotográfica de Leonardo Rojas.
Gracias a Fernando y a Myriam por todas sus atenciones. Hasta pronto Gachalá!!!!!




martes, 9 de octubre de 2012

Cuando un amigo se va.....


Cuando un Amigo se va….        

Es muy difícil escribir cuando se hace con un fuerte nudo en la garganta. Las palabras se niegan a brotar. El disco duro de La memoria comienza a rebobinar. Los años que compartimos con Miguel en las aulas de la Tadeo Lozano, cuando estudiábamos una carrera novedosa en ese entonces: Comercio Internacional, de la cual formamos parte de sus primeras promociones.
. Más tarde, ya actuando como Profesionales, nos volvimos a encontrar en la ciudad de Barranquilla, en donde Miguel residía con su amabilísima esposa, Graciela. Allí tuve la fortuna de recibir muchas atenciones por parte de la familia Grosso-Villate. Miguel era un importante ejecutivo de una multinacional. Más tarde nos volvimos a encontrar en las aulas Tadeistas, mientras cursábamos un curso de postgrado en Alta Gerencia. De igual manera coincidimos como catedráticos universitarios y como Secretarios Académicos, mientras el suscrito lo hiciera en la misma Facultad de Comercio Internacional de la Tadeo, Miguel lo hizo en otros centros universitarios, como la U. Central, el Politécnico Grancolombiano,  la U. de Cundinamarca, la U Libre, la U. de Santo Tomás y otros importantes centros universitarios.
Miguel compaginaba la docencia con su perfeccionamiento y actualización de conocimientos.  Por esta razón llegó hasta la Isla de Cuba, en donde adelantó varios cursos de procesos de enseñanza participativa.
Miguel fue siempre un caballero, un hombre responsable, un hombre de familia. Amó a Graciela, su querida esposa por cuarenta y siete años- A su hija, Marcela, quien siempre fue la  Niña de sus ojos. 
Era un anfitrión inigualable. Las veces que pude compartir con su familia, siempre encontré un ambiente de gran armonía, de simpatía y de  calidez. Sobresalía en Miguel su buen humor, su apunte oportuno, su chispa cachaca.
Miguel Grosso Dávila deja terminado  un libro  que esperamos pronto ver publicado por la U. Santo Tomás. 
Miguel, quien naciera el 29 de septiembre de1942, abandonó este mundo en agosto 28  de 2012. Alcanzó a despedirse de todos los suyos. Su familia tiene porqué sentirse orgullosa de quien fuera su esposo, su padre, y su abuelo. Las aulas universitarias lo extrañan. Pero, lo confieso, sus amigos sentimos un inmenso vacío. 
cuando un amigo se va
queda un tizón encendido
que no se puede apagar
ni con las aguas de un río.
Hasta pronto, Miguel!

Emilio Chaparro G.
Octubre de 2012