miércoles, 12 de diciembre de 2012


La Provincia del Guavio, con un austriaco en Gachalá.
Un viaje inolvidable.
 




Los mejores lugares  que he visitado no siempre han tenido las mejores vías. Han sido rincones escondidos, premiados por una exuberante naturaleza, pero castigados  por el olvido oficial particularmente en cuanto al rubro de inversión en vías. Tal  es el caso de una pequeña población llamada Gachalá, a orillas de la gigantesca Represa del  Guavio. , a ciento cuarenta kilómetros, que se recorren en cuatro horas desde Bogotá, por una de aquellas deterioradas carreteras del país.
Diana y Erich, en Gachalá,

El Viaje
Hacia las seis de la mañana tomamos la vía que de Bogotá conduce a Sopó, desde donde giramos hacia Guasca, bella población, cuna de Mariano Ospina Rodríguez, que  posee una de las más bellas plazas principales. El edificio de la Alcaldía es una preciosa edificación. Desayunamos  en una panadería y cafetería, que no dudamos en recomendar: La Especial. Elaboran unos panes y amasijos absolutamente deliciosos; un exquisito caldo de costilla; buen café. Todos los productos son de primera calidad complementado con una excelente atención al viajero.
Con el refrescante descanso, emprendimos de nuevo el recorrido, iniciando una empinada escalada  hasta el  páramo de Guasca, para luego descender pasando por Sueva,  el municipio de Gama, más adelante la población de Gachetá, que es la capital de la provincia del Guavio. Continúa el descenso  ahora por carretera  destapada, con muchas curvas, pero un paisaje imponente con elevadas montañas para  llegar  al Alto de San Roque desde donde se puede apreciar la inmensidad de la Represa del Guavio. Parada obligada para toma de fotos. Luego se llega al Puente  de Miraflores, a una altura de casi noventa metros sobre aguas de la represa. Este puente es utilizado por los amantes de los deportes extremos como el llamado Bungee Jumping
 Posteriormente, ingresamos  a un túnel de más de un kilómetro de longitud (1.200 metros), totalmente oscuro, sobre terreno escarpado. El impacto del sol radiante versus la oscuridad total del túnel, es un contraste emocionante para todos los viajeros.
Al poco tiempo  ya se puede apreciar la bella población de Gachalá, nuestro destino.                          
Ingresamos a sus calles limpias, cuidadas con esmero. Sus pobladores nos recibieron con una sonrisa ,  algo sorprendente porque nos hicieron  sentir  como en familia. Gachalá es un municipio pequeño, cuenta con  cerca de ocho mil habitantes. Posee un clima delicioso de veinte grados .


Fuimos atendidos por Fernando Tobón y por su señora  Myriam Garzón. El hospedaje fue otra grata sorpresa, pues Fernando nos condujo hasta un hermoso conjunto de cabañas, piscina, mirador hacia la represa, con jardines y bosques. Nos fue presentado su administrador, el señor  Alfredo Murcia, quien desde un comienzo puso todo su empeño para que nuestra estadía fuera  más placentera.

Paseo en lancha por la  Represa.

                                                                                                                             
En horas de la tarde descendimos hacia el muelle para tomar una lancha que nos llevó a un recorrido por toda la Represa, acompañados de personas de la región, que utilizan este medio de transporte en forma gratuita para trasladarse desde sus viviendas hasta las poblaciones cercanas. Entiendo que la Corporación del Guavio suministra a los pobladores de esta región el servicio de transporte en lancha y  en planchón, posibilitando el traslado de ganado y de carga.
Caminata ecológica hasta la Granja.

 Después de un suculento desayuno, con café campesino,  panes de la región, huevos pericos, queso, y las deliciosas arepas típicas, Fernando nos organizó una digestiva caminata por hermosos senderos hasta lo que fuera una hermosa granja ecológica, con lago, galpones para diversas clases de animales. Encontramos dos ardillas retozando en un árbol. Paisajes maravillosos. Queda pendiente para un nuevo viaje la visita a las cascadas de Montecristo, que nos cuentan son absolutamente espectaculares.



Almuerzo típico en el Guácharo.

Un verdadero sancocho de gallina campesina, cuidadosamente, preparado en horno de leña. Con ingredientes de la región, incluida la guatila, buen picante, guacamole, arroz y gigantescas porciones. Además con la invitación del propietario del lugar, quien hace las veces de recepcionista ,cocinero, mesero, cajero, etc.  a que se repitiera cuantas veces se quisiera, a lo que nuestro amigo austriaco se acogió, pero “solo del caldo”. La vista al lugar es privilegiada, su construcción bastante rústica, todo en madera. Disfrutamos de la música lugareña como  joropo,  música llanera. Nuestros amigos  estaban felices. Erich en su limitado español solo exclamaba “Excelente!”.

El museo.

Fuimos conducidos a la Casa de la Cultura de Gachalá, su biblioteca y su pequeño museo con  muestras de las guacas y algunas artesanías de la época de los primeros habitantes de Guachalá. Para sorpresa nuestra, estos utensilios que deben tener algún valor histórico, se encuentran sin ningún cuidado, a la mano de sus visitantes que no siempre son respetuosos de protegerlos.
Por la visita al Museo nos enteramos que el 28 de julio de 1983 se presentó una dolorosa tragedia que sufrió la región cuando debido a un derrumbe fallecieron ciento ochenta trabajadores, la gran mayoría nativos de la región. Cuánto dolor debió quedar en tantas familias de Gachalá!!!
Esta población ya había pasado por un tremendo susto, cuando un terremoto destrozó varias viviendas. La Iglesia de la Inmaculada Concepción soportó grandes daños, perdió su techo pero se conservó en pie y se salvó su altar. Este sismo se produjo en diciembre 22 de 1923, obligando a sus habitantes a acampar en el parque principal, por temor a las réplicas.

Nuestra visita se realizó durante  los días martes 4 y miércoles 5 de diciembre de 2012. Elegimos hacerlo en días laborales de semana, para poder observar la vida normal de este bello municipio cundinamarqués. Nos llevamos una excelente impresión de las bellezas naturales, de sus lindos paisajes, y de cada uno de sus habitantes.
Insistimos en que es urgente que la Provincia del Guavio cuente con carreteras acordes con su importancia económica y su potencial turístico.
El grupo de visitantes estuvo conformado por Leonardo Rojas y su esposa Diana Tobón, Erich Wolwendth  de origen  austriaco, y su esposa Martha Tobón, colombiana de nacimiento, quien vive en Austria desde hace más de treinta años , y Emilio Chaparro G.
Colaboración fotográfica de Leonardo Rojas.
Gracias a Fernando y a Myriam por todas sus atenciones. Hasta pronto Gachalá!!!!!




martes, 9 de octubre de 2012

Cuando un amigo se va.....


Cuando un Amigo se va….        

Es muy difícil escribir cuando se hace con un fuerte nudo en la garganta. Las palabras se niegan a brotar. El disco duro de La memoria comienza a rebobinar. Los años que compartimos con Miguel en las aulas de la Tadeo Lozano, cuando estudiábamos una carrera novedosa en ese entonces: Comercio Internacional, de la cual formamos parte de sus primeras promociones.
. Más tarde, ya actuando como Profesionales, nos volvimos a encontrar en la ciudad de Barranquilla, en donde Miguel residía con su amabilísima esposa, Graciela. Allí tuve la fortuna de recibir muchas atenciones por parte de la familia Grosso-Villate. Miguel era un importante ejecutivo de una multinacional. Más tarde nos volvimos a encontrar en las aulas Tadeistas, mientras cursábamos un curso de postgrado en Alta Gerencia. De igual manera coincidimos como catedráticos universitarios y como Secretarios Académicos, mientras el suscrito lo hiciera en la misma Facultad de Comercio Internacional de la Tadeo, Miguel lo hizo en otros centros universitarios, como la U. Central, el Politécnico Grancolombiano,  la U. de Cundinamarca, la U Libre, la U. de Santo Tomás y otros importantes centros universitarios.
Miguel compaginaba la docencia con su perfeccionamiento y actualización de conocimientos.  Por esta razón llegó hasta la Isla de Cuba, en donde adelantó varios cursos de procesos de enseñanza participativa.
Miguel fue siempre un caballero, un hombre responsable, un hombre de familia. Amó a Graciela, su querida esposa por cuarenta y siete años- A su hija, Marcela, quien siempre fue la  Niña de sus ojos. 
Era un anfitrión inigualable. Las veces que pude compartir con su familia, siempre encontré un ambiente de gran armonía, de simpatía y de  calidez. Sobresalía en Miguel su buen humor, su apunte oportuno, su chispa cachaca.
Miguel Grosso Dávila deja terminado  un libro  que esperamos pronto ver publicado por la U. Santo Tomás. 
Miguel, quien naciera el 29 de septiembre de1942, abandonó este mundo en agosto 28  de 2012. Alcanzó a despedirse de todos los suyos. Su familia tiene porqué sentirse orgullosa de quien fuera su esposo, su padre, y su abuelo. Las aulas universitarias lo extrañan. Pero, lo confieso, sus amigos sentimos un inmenso vacío. 
cuando un amigo se va
queda un tizón encendido
que no se puede apagar
ni con las aguas de un río.
Hasta pronto, Miguel!

Emilio Chaparro G.
Octubre de 2012



lunes, 27 de agosto de 2012

El Judío Errante en Tunja


Ausero vivía en Jerusalem  en los tiempo de Jesús, ejercía el oficio de zapatero. Contaba con unos cincuenta años cuando sucedió la crucifixión de Jesús. Ausero no era una persona cálida o cordial, le podía más su egoísmo y tacañería. Era de  carácter huraño.

Cuando Jesús era conducido al Calvario, arrastrando la pesada cruz bajo la lluvia de azotes que le propinaban los soldados romanos, en la empinada vía, trató Jesús  de detenerse por unos momentos a tomar un respiro en el quicio de la puerta de la zapatería de Ausero,  quien lo empujó y le increpó gritándole –Anda!!! Por qué te detienes?
Jesús  le respondió: - “Yo descansaré luego. Pero tú andarás sin cesar hasta que yo vuelva”

La leyenda cuenta que el Judío Errante desde entonces está obligado a recorrer caminos, visitar lugares, sin poder detenerse a morar en ellos, que vivirá hasta que se produzca la nueva venida del Señor. El Judío Errante, envejece hasta los cien años, y luego vuelve a los cincuenta para empezar de nuevo, a la espera de la Perusía, la Segunda Venida de Cristo. Se ha afirmado que esta leyenda es una metáfora de la diáspora del Pueblo Judío.

Estudiaba mi primaria en el Liceo Santo Domingo de Guzmán de Tunja, cuando escuché por primera vez la leyenda del Judío Errante, de quien se dice visitó el templo de los Dominicos en esta ciudad, por los años mil seiscientos. Algunos cronistas afirman que este personaje por las noches a hurtadillas visitaba el cuarto de la despensa de los víveres del Convento, que se vio mermado en sus existencias. Se dice que la última vez que se le vio en Tunja, presentaba un notorio aumento de peso.
En varias oportunidades al Padre Domingo Claro le oí citar historias y mencionar esta leyenda. Mucho miedo experimenté al ver el rostro de la escultura del Judío aquel, particularmente su mirada despidiendo llamaradas de odio.

En Europa, en  muchas poblaciones hay registros orales del paso del Judío errante por sus calles. En América, Tunja fue la primera ciudad en registrarlo y en mantener viva su leyenda. Por eso resulta indispensable visitar la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán, para observar la escultura en donde figura su imagen., o acompañarla durante las procesiones de Semana Santa.

Asesoría fotográfica, Camilo Pieschacón, Diseño Página, Diana Carolina Puerto

sábado, 18 de agosto de 2012

Parque Pinzón, Tunja

Apuntes históricos sobre El Parque Pinzón de Tunja.- Caminando por las amplias calles de la ciudad de Tunja, entre la Plaza de Bolívar y la Iglesia de Las Nieves, se encuentra un pintoresco Parque conocido como el Parque Pinzón, en cuyo costado oriental se encuentra actualmente la Biblioteca Alfonso Patiño Roselli. Este sector pertenece al barrio conocido como Las Nieves. Pues bien, investigando un poco sobre el origen del nombre del parque, se llega al recuerdo del General Próspero Pinzón, quien naciera en la población de Hatoviejo que hoy se conoce como Villapinzón, en ese entonces formaba parte del Departamento de Boyacá. Por lo tanto, Próspero Pinzón nació y murió boyacense. De profundas convicciones conservadoras, le tocó vivir en una Colombia convulsionada por su eterna lucha entre los liberales y conservadores, que con frecuencia cambiaban de nombre o le agregaban nuevos matices como nacionalistas, radicales, republicanos, históricos, etc. En medio de ese clima de violencia que ha sido la constante en la historia de nuestra nación, Colombia elige a un anciano de 85 años, como Presidente, el jurista valluno Manuel Antonio Sanclemente, y a un poeta como Vicepresidente, Don Juan Manuel Marroquín. El Presidente, por problemas de salud que le impedían estar en Bogotá, prácticamente dejó el poder en manos del Vicepresidente. Sanclemente se establecía en las poblaciones de Anapoima, y en Villeta, con climas que le eran más soportables, mientras desde Bogotá despachaba Marroquín. Se presentan obvias diferencias en la dirección del Estado entre el Presidente Titular y el Vicepresidente, mientras el país se debatía en gravísimas guerras internas. Surgen líderes rebeldes como los Generales Rafael Uribe Uribe, Benjamín Herrera, Gabriel Vargas Santos, que pretenden arrebatar el poder a los conservadores. El Gobierno por su parte nombra como Jefe Militar al General Próspero Pinzón. Es así como se presenta la batalla más sangrienta en toda la historia de Colombia, la de Palonegro , Santander, que tuvo lugar entre el 11 y el 26 de mayo del año 1900, dejando en el campo de batalla un cifra superior a los ocho mil muertos, entre los dos bandos. En esta batalla cuentan algunos cronistas que participaron más de treinta mil hombres. Fueron "15 interminables días de matanzas. En una tierra reseca, árida. Los cadáveres se van amontonando y la putrefacción envenena el aire. No hay tiempo para recoger heridos, ni para enterrar los muertos, unos y otros confundidos en medio del hedor que enrarece el aire." Relataba el General Henrique Arboleda, adjunto de Pinzón. Gracias a la inteligencia, a la disciplina y a la rígida formación militar del General Pinzón, quien mantuvo en alto la moral de las tropas, todas las noches congregaba a sus hombres para rezar el rosario, transmitiéndoles la idea de que se trataba casi de una cruzada en defensa de la Religión Católica. Así se logró asegurar el triunfo para el Gobierno. Por la intensa duración de la batalla de Palonegro (15 días) permaneciendo al frente entre heridos y cuerpos de los soldados caídos en la lucha, el General Pinzón enfermó gravemente y falleció el primero de enero de 1901 en la ciudad de Bogotá. Por eso amigo caminante por los rincones de Tunja, cuando pases por el Parque Pinzón, recuerda estos pincelazos de la historia de nuestro país.


Colaboración fotográfica de Camilo Pieschacon G.
EMILIO CHAPARRO GONZÁLEZ, AGOSTO 2012

jueves, 22 de septiembre de 2011

LA ESQUINA DE LA PULMONIA EN TUNJA

La Esquina de la Pulmonía en Tunja. Tunja es una ciudad que se caracteriza por sus bajas temperaturas durante todo el año. Un promedio de trece grados centígrados, la condena a que sus habitantes vivan exageradamente abrigados. No es raro encontrarlos con doble chaqueta, con vestido de paño y abrigo o gabardina, o para los de mayor edad, con la clásica ruana y sombrero. Este frio vespertino contrasta con la calidez y amabilidad de sus habitantes, quienes lo solucionan rápidamente con un tintico (pocillo de humeante café), o un trago de Onix, delicioso aguardiente boyacense. O la mezcla de los dos, conocida con el nombre de “carajillo” Por sus calles empinadas, corre un vientecillo cuyo silbido constituye el presagio de un buen resfriado. Sentir ese aire frio, casi helado sobre la piel de la cara resulta casi doloroso. De ahí el cachete colorado de muchos de sus habitantes. Pero si alguien desea sentir el verdadero clima tunjano, lo mejor es que se ubique en la Plaza de Bolívar, especialmente en la esquina del Palacio de la Torre, en donde se encuentra la Gobernación de Boyacá, esta esquina es conocida como “La Esquina de la Pulmonía”. Permanecer allí por varios minutos entre las cinco y seis de la tarde, es la mejor prueba de que en efecto se ha estado en Tunja. Nadie que visite esta ciudad puede decir que lo ha hecho, si no ha permanecido algunos minutos en esta esquina. El viento que sopla por esa esquina, es el mismo que ha soplado desde agosto del año 1539. El mismo que “refrescara “a su Fundador, el Capitán Gonzalo Suárez Rendón, a las Hinojosa, a Calibán, al médico Juan Clímaco Hernández, al poeta José Joaquín Ortiz, al Maestro Emiliano González, al escritor Próspero Morales Pradilla y a tantos ilustres boyacenses que por sus calles transitaron. Quien a Tunja ha venido, y en la Esquina de la Pulmonía no ha estado, entonces… a qué ha venido?

sábado, 17 de septiembre de 2011

MATINAL EN EL QUIMINZA

MATINAL EN EL QUIMINZA

Mi infancia transcurrió en la ciudad de Tunja, por allá en los años cincuenta y comienzos de los sesenta. Por esa época, recuerdo que las jornadas del colegio eran de lunes a viernes, durante todo el día, con dos horas de descanso para ir a almorzar a la casa. Los sábados, se asistía al colegio durante las horas de la mañana, y se remataba con la entrega de los temibles Boletines.
Si el dictamen del Boletín era “Excelente”, Sobresaliente o Bueno, se hacía uno acreedor al premio que consistía en poder ir al Cine el domingo en horas de la mañana, en la función de Matinal, a las once.
La verdad, a diferencia de los niños de hoy en día, una ida a cine, había que “ganársela”. Nada era gratis, siempre había que hacer mérito para ello.
El domingo resultaba un día muy especial. Era el día más esperado de toda la semana. Misa temprana. Desayuno sin afanes, bastante surtido. Un vaso de jugo de naranja, la típica “changua”, que consistía en un caldo lechoso con almojábanas o tostadas, cebolla y cilantro, Huevos pericos con cebolla y tomate, taza de chocolate espumoso y cantidades de pan. En mi familia se acostumbraba a mezclar en la taza de chocolate un buen trozo de queso campesino, que se derretía, por lo que se lo tomaba con cuchara.
El desayuno se servía después de la misa, porque para ese entonces, había que ir en ayunas para poder comulgar. Era una disposición de la Iglesia que para recibir “el cuerpo de Cristo”, se debía hacer en ayunas. Y sin trampas….nada de bocaditos antes de misa.
Después de cargar baterías con el desayuno, se dedicaba uno a preparar su colección de “cuentos”, o cuadernillos de comics, como La Pequeña Lulú, Pato Donald, Tribilìn, Periquita, etc. Estos cuentos se llevaban al teatro con la intención de hacer intercambio por otros similares, que obviamente deberían conservarse en buen estado. Estas transacciones de trueque se hacían en la puerta del teatro. “Este lo tengo, lo tengo…este no lo tengo. Listo. Escoja de los míos”. Y así se hacían los intercambios, sin misterio y sin pagar IVA.
Luego se hacía la cola para entrar al Cine. Generalmente iba al Teatro Quiminza en donde presentaban funciones de matinal con películas del viejo oeste, Roy Rogers, Hopalong Cassidy, El Llanero Solitario. La función principal era precedida por la presentación de lo que se denominaba “cortos” , que eran por lo general en dibujos animados de Tom Y Jerry, Mickey Mouse, El Pato Lucas.
Durante el intermedio se presentaba el desfile de los vendedores de golosinas. Pasaban con una especie de cajón blanco sostenido por unas tirantas, voceando: “Obleas, maní, papa frita!”.
De igual manera estaba la dulcerìa o confitería en donde se compraban gaseosas, colombinas, dulces charms, chocolatinas, chicles Bebidas Gaseosas de ese entonces y que hoy ya no se encuentran: la Kolcana (jarabe horroroso que pretendía competirle a la Cocacola, pero era famosa porque de tres botellas, una resultaba gratis), Kola Hipinto, Lux de Tamarindo, Orange Crush.
Cuando se iniciaba la función, el fervor de la chiquillada era tremendo. El zapateo, simulando el galopar de los caballos, de los cuales Plata era el más famoso. “Arre Plata”. Los personajes eran fácilmente identificables: El “Tipo”, los buenos, y los malos. Todas las aventuras del viejo oeste, con los clásicos mineros, el sufrido sheriff, los ricachones ávidos de dinero y del vil metal, que tenían a su servicio a los matones. O en otras se trataba sobre la construcción de los ferrocarriles, los asaltos a los trenes que llevaban el dinero del banco- Es de mencionar que este tipo de cine era presentado en negro y blanco. El color lo poníamos los espectadores, quienes con sus apuntes y su gritería manifestando las emociones y la solidaridad con los buenos, hacía exclamar, como en el caso de mi primo, Armando Merizalde, quien no podía resistirse a advertirle al personaje de la película: “Cuidado tipo, cuidado tipo!”, cuando iba a ser víctima de un ataque traicionero.
Una vez finalizada la película, salíamos con mis recordados Primos, los Pieschacòn y los Merizalde a revivir las escenas y los encuentros, o los duelos. Nos dividíamos entre los Buenos y los Malos para formar los dos bandos, con caballitos de madera cabalgando por las empinadas calles tunjanas. De estas disciplinadas visitas al Cine, surgió la fiebre empresarial por el Teatro y la exhibición de películas de Don Camilo Pieschacòn.
Definitivamente, el Teatro Quiminza fue un escenario importante en nuestra infancia, y siempre le fuimos fieles a la función de Matinal los domingos.

domingo, 17 de julio de 2011

El Pueblito Boyacense




Un día cualquiera conversaba con algunos amigos sobre sitios interesantes para conocer. Alguien mencionó el “Pueblito Boyacense”, manifestando que era una réplica de los pueblitos más lindos de Boyacá. Obviamente, me llamó la atención, indagué por la información que me permitiera llegar hasta allí: Duitama, a tres horas de Bogotá:
De inmediato organicé el viaje familiar. Una vez en Duitama, preguntamos varias veces, ya que los avisos aparecen pero no lo suficiente como para llegar en forma directa
El Pueblito Boyacense, es un pequeño caserío conformado por unas 16 manzanas, que contienen la arquitectura de diferentes municipios de ese bello y acogedor territorio colombiano. Recorriendo sus aseadas y pintorescas callecitas, puede uno recordar Villa de Leiva, Ráquira, Tenza, Tibasosa, Mongui, Sáchica y El Cocuy. La idea surgió hace unos doce años, con el propósito de brindarle vivienda económica al gremio de artistas, de pintores, escultores, artesanos, músicos. Se encuentran bellas casitas de una o dos plantas, con balcones o ventanas cuidadosamente decoradas, algunas plazoletas, parquecitos, capilla, espacio para conciertos. Existen locales comerciales para degustar los diversos platos típicos de la región, postres, artesanías, pinturas, esculturas, tejidos. Hostales. Sus habitantes invitan a conocer las casitas en su interior. En fin, es un excelente plan para conocer la cultura andina, recrear la vista, caminar, saborear un exquisito tinto, o café, o si prefiere un típico “canelazo”, el inigualable jugo de feijoa, o la crema de curuba. Deliciosas almojábanas, mantecadas, arepas boyacenses, el queso paipano, etc.
El ingreso al Pueblito Boyacense tiene un costo simbólico de Tres mil pesos, cerca de un dólar con cincuenta, por vehículo. Considero que las imágenes pueden expresar mejor lo que he tratado de compartir con Ustedes. Espero que su próximo paseo sea para conocer el Pueblito Boyacense, a tres horas de Bogotá, por una de las mejores carreteras de Colombia, doble calzada, con un clima agradable de 16 grados en promedio. De Bogotá a Duitama se deben pagar cuatro peajes, a seis mil cien pesos cada uno.
Boyacá los espera!